La llama que llama.

domingo, 18 de mayo de 2008



Cuando la banda está riendo felizmente siempre sale alguien con un chiste fuera de lugar. Vean a la llama.

Éxodo

Supongamos dos escenarios. El primero una ciudad pequeña donde un joven residía felizmente. La ciudad acogía sin reproches a éste sujeto y él, con normalidad, estudiaba en una escuela un tanto extraña en un principio para él; dos años y medio después de su llegada tuvo que emigrar por cuestiones ajenas a su voluntad, y más aún a su economía.
Segundo escenario: Una ciudad "grande" (o al menos mucho más que la del primer escenario) con un clima por demás extremo, con mucha fiesta y algarabía y con personas muy diferentes, donde un joven reside felizmente. La ciudad lo acoge con mucha mayor alegría y, con un ritmo peculiar, éste estudia en una escuela que le recuerda sus pasos por la primaria, secundaria y preparatoria; dos años y medio después de su llegada tendrá que emigrar por cuestiones propias de sus acciones pero no por su voluntad. La economía aquí no tiene problema alguno, sin embargo puede llegar a tener un papel importante en algún momento.
Sin ser más que una curiosidad, en ambas ciudades el tiempo de estancia es (será?) el mismo. La diferencia es evidente: mientras en el primero el muchacho tuvo que aceptar su poca o mala suerte, en la otra no pudo aprovechar esa suerte que por fin le ha sonreido.
Qué cosas tiene la vida. Esto me deja con un simple pensamiento que me ha rondado la mente por algunos días o quizá semanas: el aprovechamiento de las oportunidades que nos brinda la vida es mínimo dada la falta de ambición que demostramos en momentos clave. Podría ejemplificar esto con la selección nacional o recientemente con el guadalajara que cayó contra el monterrey en cuartos de final. Nos pensamos tan firmes en una situación crítica que creemos que hacemos más de lo que debemos, cuando es todo lo contrario. Nos falta juicio y autocrítica y nos equivocamos en lo más elemental y las repercusiones están ahí, cuando menos lo esperamos, frente a nuestras narices.
Ahora la cuestión es, ¿qué estamos dispuestos a hacer para enmendar esos errores de falta de atención?

Lleve lleve!

jueves, 8 de mayo de 2008

Deberían inventar una nueva palabra que sustituya a "transición".
La transcisión depende de muchos factores que no siempre están en nuestras manos y que de una u otra forma pensamos que tenemos el control.
En alguna ocasión estuve muy deprimido y un amigo me dijo: tú decides cuándo serás feliz. No eres feliz porque no quieres.
En un momento pensé que era una mamada. ¿Cómo podría ser posible levantarse y decir: hoy voy a ser feliz? Realmente parecía estúpido, dado que a mi parecer, el ser o no ser feliz dependía de lo que te motivara a tu alrededor para serlo. Error. Mi amigo tuvo razón y aún hoy se la doy. La felicidad depende de nuestra actitud hacia la vida, de la manera en que nosotros le demos o no la buena cara a las situaciones que nos rodean.
Podemos perder alguna cosa importante en nuestra vida, o simplemente no conseguir algo que nosotros anhelamos (algo material, el amor de alguien, esa casa nueva bla bla) pero si simplemente aceptamos nuestra realidad y decidimos ser felices sólo por el hecho de estar bien con nosotros mismos, entonces seremos realmente felices, sin ataduras y sin remordimientos.
Hoy puedo ser feliz. Decidí ser feliz; porque el caer a un agujero y salir con una actitud renovada es mejor que quedarse pensando en esas cosas que hacen daño. Es mejor pensar lo mejor de lo vivido y no lo peor de lo que se vivirá.
Es mejor, pues, comprarnos a nosotros mismos nuestra felicidad, para, así, estar completos, plenos y, válgase la redundancia, felices.