Carrito.

lunes, 7 de abril de 2008

El cielo nublado, las calles desiertas. El calor, mmmm supongo que lo normal, para ser de noche estaba bastante agradable. Después de una agradable cena (en la que hubo una charla muy constructiva) caminaban hacia su hogar, ese edificio verde pistache que los ha visto hacer muchas tonterías. Pero la del día de hoy sería una que no estaba en los registros de la mente de alguno de los dos.
Caminaban pues plácidamente para reposar los alimentos nocturnos cuando de repente se toparon con él. Ahí estaba, quieto, cómo esperando a que alguien lo llevase con él. Sólo una bolsa de plástico en su interior era testigo de una compra previa en la que, sin lugar a dudas, se fueron varios pesos. Vamos, si compras jamón y pan los puedes llevar en las manos, de otra manera no se veía la razón para dejar el carrito del super afuera de un edificio. Eso o que algún muchacho, niño o señor (o femenino, en cualquiera de sus casos) quisiera robarlo y a la mera hora se hubiera arrepentido.
Se voltearon a ver las cara y el pensamiento fue el mismo: mientras uno abría la puerta el otro comenzó a empujarlo hacia la misma. Una vez abierta el movimiento fue rápido y cuando se vieron estaban en la sala de uno de ellos admirando la hazaña.
¿Para qué servirá dentro de una casa? Quién sabe, lo más importante es que ahora hay un nuevo mueble en la sala.

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